LA GRAN OBRA DEL POETA, ESCRITOR Y COMPOSITOR LATINOAMERICANO FELIPE PINGLO ALVA.
UN RETO
A LA UNESCO, A LA OEA Y
AL CONGRESO PERUANO
Cabe
significar que mucho pudo haber influenciado en su prolija inspiración, la gran
amistad que sostuvo con los Díaz, los Miñope, los Marchand, con Rogelia Lurita
Ciudad, los hermanos Abraham y Tomas Tovar Moore, con Carlos Suarez, hermano de
su compañero promocional y compadre, David Suarez Gavidia, el cojo Ballón, su
entrañable comadre y heredera de sus
obras, Isabel Ramírez, Pablo Casas, el Mono Olivos, los Díaz Marchand,
Víctor Correa Márquez, Juan Tovar Orué, con los Vento, todos ellos y muchos
más, compositores y criollos resaltantes de nuestra música criolla.
La Oración del Labriego
Es ya de madrugada,
el labriego despierta,
al entreabrir sus ojos
la luz del alba ve.
Entonces presuroso,
saliendo de su lecho,
musita esta plegaria,
llena de amor y fe.
Señor, tú que has creado,
las aguas de los ríos,
y a los prados permites,
el verdor que se ve.
No niegues al labriego,
el divino rocío,
que con cada caída,
alegra nuestro ser.
La campiña que luce,
hermosos atributos,
por tí florece siempre,
cual ameno vergel.
Pero si tú nos niegas,
agua, Sol y rocío,
morirán los labriegos,
de inanición y sed.
Después de la jornada,
la lampa sobre el hombro,
al ponerse la tarde,
retorna el labrador.
Y mientras que tranquea,
de vuelta a la cabaña,
cantando el pensamiento,
modula esta canción:
La ansiada primavera,
que exalta los amores,
te debe la pureza,
de todo su arrebol.
Y el concierto admirable,
de pájaros y flores,
por obra de tu gracia,
conservan tu primor.
En medio de este encanto,
que alegra corazones,
el labriego es el guarda,
de tan rico joyel.
Como guardián te pido,
que con tu omnipotencia,
multipliques los frutos,
que cosechar podré.
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